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Avaricia21 Final.

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Avaricia.

Capitulo 21.

Leo sonrió, pronunciando aun más para sí, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos.

— Le construí un jardín, estoy seguro que le hubiera gustado.

Lion-O se daba cuenta que algo había pasado, algo terrible, tal vez provocado por la pérdida de una de las piedras de poder y pronuncio, sujetando a Leo del hombro.

— Mum-Ra tiene presa su alma en la pirámide.

La imagen del jardín se borro inmediatamente, en su lugar volvía existir la oscuridad que Lion-O creía se trataba del alma de Leo, un alma que se estaba perdiendo en los abismos de la locura.

— ¡No! ¡No es cierto!

Leo no podía imaginarse un destino peor, su amor seguía preso de esa bestia, seguía atrapado y jamás podrían volver a encontrarse.

— ¡Yo lo vi! ¡Yo…!

Lion-O se apresuro a recuperar la atención de Leo, diciéndole lo que Tygra y el creían era posible, lo que había sido pronunciado por el mismo Tygus utilizando el cuerpo de su hermano como embase.

— Creemos que existe una forma de liberarlo, ya hemos visto eso antes y si logramos romper el embace de su alma liberaremos a Tygus, podrás reunirte con tu amante otra vez…

Leo asintió, estaba furioso y estaba tan sorprendido, tan horrorizado al saber que su amante era prisionero de Mum-Ra que supo en ese momento que debía ser fuerte si quería recuperarlo, no solo eso, sino también salvar su alma.

— ¿Qué podemos hacer?

Lion-O en ese momento le explico su plan, respondiendo a su pregunta con detalle, planteando que para destruir el ataúd que ya tenía varias fisuras en su estructura, que apenas podía mantenerse completo, necesitarían la energía de su hermano, así como la que aun contenían sus almas.

— ¿Sabes que esto es una locura?

Pregunto al principio tratando de imaginarse lo que los dos hermanos se proponían realizar.

— Ni siquiera yo sería tan osado.

Lo que Lion-O planteaba era demasiado arriesgado, pondría la vida de Tygra en peligro y no estaba del todo seguro si debían arriesgarse tanto por tan poco, mucho menos tomando en cuenta que ellos tuvieron su oportunidad y la perdieron.

— Sí no actuamos primero que Mum-Ra, perderé a mi hermano, de esta forma es la única manera en la cual tendremos el control.

El joven tigre sería una carnada, eso lo había entendido a la perfección, pero tal vez su descendiente no lo había hecho, tal vez no comprendía lo que estaba en juego, lo mucho que perderían de fallar.

— De todas formas es muy arriesgado.

Pronuncio mesándose el cabello, a punto de ordenarle al joven león que debían buscar otra forma, pero al mismo tiempo, sabía que si Mum-Ra atacaba primero y no estaban preparados, la criatura ancestral tendría la ventaja.

— No existe otra forma de ingresar en la pirámide.

Leo creía que su descendiente tenía razón, podrían salvar a su amado de las sucias manos de aquella criatura monstruosa, pero también, se aseguraría que nadie más sufriera por lo que ellos pasaron.

— Debemos proteger a tu hermano.

Eso era por mucho más importante que salvar a su Tygus, quien lo esperaba en el plano astral, por fin, después de mil años sentía la energía de su alma llamando por él, esperándolo al otro lado de los confines del universo y estaba seguro que esa noche volvería a verle, esta vez para ser uno solo por el resto de la eternidad.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Lion-O abrió los ojos con lentitud, se sentía mareado después de pasar tanto tiempo en el plano astral, de pronto un par de manos mecánicas lo sostuvieron para que no cayera, notando como Tygra cubría su rostro con ambas manos, a punto de caer si los gemelos no lo estuvieran sosteniendo de los brazos.

— ¿Cómo te fue?

Pregunto Lion-O, gateando en su dirección, arrodillándose frente a él, mirándolo con aprensión porque su hermano parecía preocupado, probablemente no pudo realizar la conexión que necesitaban.

— ¿Hablaste con Tygus?

Tygra negó aquello con un movimiento de la cabeza, no pudo hablar con Tygus, una fuerza oscura lo detuvo, seguramente Mum-Ra, quien trataba de mantener a ese guerrero del pasado encerrado en su tumba y en su prisión inmaterial.

— ¿Tu con Leo?

El mayor de los hermanos esperaba escuchar buenas noticias, al menos uno de sus antepasados debía saber que ocurría, cuáles eran sus planes, aunque le hubiera gustado poder comunicarse con el capitán, siendo él, quizás, el único tigre que alguna vez podría conocer.

— Sí, está dispuesto a escucharnos.

Aunque no creía que su plan pudiera funcionar, deseaba proteger a su hermano.

— Quiere protegerte.

Tygra se levanto del suelo con lentitud, aun se sentía mareado y algunos recuerdos, remanentes de su antepasado seguían frescos, notando por vez primera que tan poderoso en realidad fue antes de que Mum-Ra lo convirtiera en una marioneta.

— Ahora, nuestro mayor problema radica en ingresar en la pirámide bajo nuestros medios, haciendo que Mum-Ra crea que me capturo, llegar a Tygus, rescatar su alma y salir de allí con vida.

Tygra estaba seguro que lograrían su cometido, no era como si en el pasado hubieran sido derrotados, Lion-O quería creer en su plan, pero al mismo tiempo pensaba, al igual que Leo lo hacía, que era demasiado arriesgado.

— Sí lo pones de esa forma parece una locura.

Se quejo Lion-O, tratando de pensar en otra forma, creyendo no por primera vez que su hermano estaba perdiendo la razón.

— O un suicidio.

Panthro estaba seguro que cometían un error, los mellizos no alcanzaban a comprender de qué hablaban los adultos y Cheetara se forzaba a creer en el plan que habían ideado, esperando que no fuera un error, que no llevaran a Tygra al matadero.

— Yo digo que dejemos a esos fantasmas del pasado en sus celdas, que nos alejemos de Mum-Ra y esperemos a que pasen los tres días.

Eso sería lo más fácil, pero Tygra no estaba dispuesto a pasar todo ese tiempo esperando porque fuera capturado, suponiendo que si actuaban como Mum-Ra esperaba que lo hicieran, mostrándole un señuelo podrían superar aquella amenaza.

— No me quedare esperando a que Mum-Ra venga por mí, si va a llevarme consigo, será en mis términos.

Pronuncio Tygra, seguro que tendría éxito, porque Mum-Ra no esperaría que lo enfrentaran, que su captura fuera controlada, que era justo lo que esperaban para liberar el alma del pasado, sin la cual, ya no podría realizar el rito de magia negra que los encadenaría a su servicio.

— Y se que lo derrotaremos, porque su orgullo no le dejara comprender que no tiene el control, que jamás lo tuvo, que no es más que un saco de huesos.

Cheetara recordaba una vieja historia que le contaba Jaga, de cómo un ejército felino fingió la derrota, permitiendo que sus enemigos, los lagartos tomaran a todos los prisioneros que pudieran, así como un regalo de varias naves.

Los prisioneros estaban armados, las naves llenas de aceite y cuando el primer felino se libero de sus ataduras, quemo todas las naves, hundiendo las flotas de los lagartos, siendo respaldado por sus hermanos de armas, quienes como él, esperaban el momento justo cuando atacar.

Al tomarlos desprevenidos, pudieron llevarse la victoria, pero de haber peleado de frente, el puñado de Thunderianos habría fallecido en la batalla.

— De todas formas debemos estar prevenidos.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus se encontraba en su celda en el plano astral en donde lo esperaba la deforme criatura que se llamaba a sí mismo su amo, sus ojos rojos y descarnados, su piel de pergamino, gris, carente de vida cubriendo algo que debían ser solo huesos.

— Nunca fuiste un ingenuo, ni un tonto sentimental, sabes que no tienen oportunidad alguna de vencerme, lo que yo te ofrezco es aquello que tu clan siempre quiso, aun ahora, otros tigres sufren con los demás gatos, podrías protegerlos Tygus.

Tygus permanecía en silencio, rodeado por las serpientes, notando que Mum-Ra, el decrepito ser que servía como mensajero de los cuatro espíritus del mal trataba de convencerlo de unírsele, probablemente debido a que su collar no existía más, puesto que si ese joven tigre era libre de su pesada carga, significaba que lograron destruirlo.

— Y a cambio matare a ese príncipe para poder servirte solo a ti, pero esta vez no existirá el collar protegiéndome de la locura, del dolor o la humillación, de la perdida de mi honor al ofrendar mi vida o mi cuerpo a un amo débil.

Mum-Ra ni siquiera en ese plano podía mantener su mentira, Tygus lo sabía por aquella deforme apariencia enrollada en un manto rojo, una figura patética, demente y pérdida en su propia maldición, que no era otra cosa más que la eternidad.

— Cuando tú fuiste tan patético como para no poder proteger el reino que los cuatro espíritus del mal te obsequiaron.

No perdería el tiempo hablando de lo mucho que deseaba descansar en los brazos de Leo, eso ya lo comprendía esa bestia, pero si mencionaría lo débil que en realidad era esa criatura desagradable, que solo estaba viva porque cuatro dioses o entidades lo permitían.

— Yo nunca he deseado vivir para siempre mi señor, en realidad, lo único que espero es poder unirme con Leo, ser uno con esa hermosa energía, la que debo decir es por mucho más fuerte que la suya.

Mum-Ra quiso tocar al antiguo guerrero, el cual como todos los tigres tenía el don de su raza, uno tan poderoso que jamás podrían igualarlo, ni antes ni después, era en si un milagro que se desperdicio al enamorarse de ese patético león, quien arruino su imperio, retrasando sus planes para el futuro.

— Puedo regresarte a la vida Tygus, sólo necesito la energía y el trozo del alma que guardaste en tu descendencia, para que de nuevo estés completo, cuando repare lo que ese león destruyo con su avaricia.

Tygus no dijo nada, porque había conversado con el pequeño león sin melena, un mocoso que, como todos los leones, no media la consecuencia de sus actos, justo como lo era Leo a su edad, quien estaba seguro podría detener a Mum-Ra, no porque quisiera reparar el daño del pasado, sino porque no permitiría que lastimaran al tigre que amaba.

— Sólo es cuestión de tiempo para que seas derrotado.

Anuncio con una sonrisa, sentándose en el suelo de aquel plano, disfrutando de la desesperación del ser inmortal que se creía poderoso pero no era más que un peón de una guerra que no comprendía, tan antigua como sus amos, en la cual, siempre terminaba ganando el caos y no el orden.

— En ese momento, seré uno con Leo.

Porque la vida siempre prevalecía en lugar de la muerte.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Mum-Ra maldijo la necedad que de pronto había consumido la cordura de su Capitán, maldiciendo que la única forma de controlarlo hubiera sido destruida por la espada que blandía ese león enclenque.

Diciéndose que de tener su espada y alguna de las piedras su belleza atigrada no tendría más remedio que servirle, pero que al despertar comprendería que no tenía otra opción, no por nada su don era tan fuerte, ese tigre era una de las creaciones de los cuatro espíritus, debía ser suyo y disfrutaría cada instante de su domesticación.

— Slithe, acércate.

El desagradable reptil se acerco con paso lento, detrás de él se encontraban las nuevas adiciones a su ejército, un mandril que se llamaba Addicus y un chacal que se llamaba Kaynar.

— Quiero que me traigan al príncipe rayado con vida.

Pronuncio la criatura regresando al sarcófago, en donde Kaynar vio el cuerpo de un felino.

— No se molesten en los demás.

Slithe apretó los labios, frunciendo el seño sin entender que estaba pasando, porque de pronto las órdenes ya no eran matarlos, sino capturar a uno solo, al que le vendió a Grune por dos miserables piedras de Thundrilium.

— Necrofilia.

Pronuncio Kaynar con diversión, su amo era más interesante de lo que pensaba, aunque no estaba seguro del todo cual de los dos podía ser considerado como el cadáver.

— O tal vez no…

Addicus sólo sonrió, quería probar algo de carne fresca y llevaba mucho tiempo sin comerla, la última vez fue en aquella aldea de pájaros inútiles, los que sabían especialmente bien.

— Ya escucharon a Lord Mum-Ra, debemos traer al príncipe Tygra…

Sí no podía cobrarle a Grune aquella humillación se conformaría con arrebatársela a ese príncipe, para después asesinar al otro, al que tenía la sangre de Claudius, después de todo, su venganza si podría cumplirse.

— Los otros no son importantes por el momento, pero si algunos caen, será lo mejor.

La criatura ignoro sus palabras recorriendo el cristal que mantenía el féretro casi intacto, recordando la época en la cual era el amo de todas las almas de su pirámide, cuando los gobernaba con mano de hierro, una época que pronto volvería, sólo necesitaba las herramientas adecuadas.

— Quería mantener a tu león con vida, entrenarlos a ambos para que ocuparan sus respectivos lugares, pero me temo que ese felino lo único que hará será corromper tu esencia.

Al abrir la puerta que daba a ese sarcófago, sintió una nueva descarga de energía que lo repelió, como si el espíritu de Tygus pudiera negarse a él en la muerte como no pudo hacerlo en la vida.

— Debe ser destruido.

Pronuncio la criatura, tocando la superficie del sarcófago, sonriendo al ver que la energía de su capitán esta vez no lo rechazaba, después de todo, él sabía a quién le pertenecía.

— Para que tú puedas renacer.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygra estaba seguro que aquella era la única forma, la única manera de ingresar en la pirámide bajo sus propios términos, pero aun así temía por lo que sucedería de llegar a fallar.

No sabía si el cuerpo de Tygus permanecería intacto, o sería el suyo aquel que usarían como un embase de aquella poderosa alma, Lion-O tampoco estaba seguro, pero como en un acto de buena fe lo escucharía, tal vez esperando así demostrarle en los hechos que podía confiar en él.

— Tenemos que hablar.

Comenzó a pronunciar, caminando en su dirección, mirándolo fijamente con  una expresión que por un momento creyó que no era suya, al menos no del todo.

— Debemos tomar una decisión.

Lion-O le observaba en silencio, con sus brazos cruzados delante de su pecho, él también portaba una expresión distinta, como si no fueran los mismos, al menos, eso parecía ante la mirada sorprendida de Cheetara, quien desde la advertencia del elefante no pudo dejarlos ni unos pocos segundos solos, no quería fallar en su misión de proteger a los herederos al trono.

— Este no es el momento.

Aquella advertencia no hizo mella en la resolución del mayor, quien recargando su frente contra su hombro le pidió que lo abrazara en silencio, dejándose mimar unos cuantos minutos antes de poner su vida en peligro para tener un futuro, liberando al mismo tiempo a esos seres del pasado.

— Lo es, porque si fallamos no volveremos a vernos nunca más.

Tygra estaba seguro que podrían lograrlo, pero al mismo tiempo tenía miedo de lo que pasaría con su hermano, si de alguna forma no lograban destruir el sarcófago y él perdía la vida, que su leoncito no se dejaría destruir, que sería fuerte por ambos.

— Debes jurarme que si muero no te culparas por eso, sino que harás lo que sea para derrotar a Mum-Ra, aun si eso significa confiar en Tygus, que le ayudaras a ser libre de esa bestia.

Lion-O creía que de fallar odiaría a Tygus, porque había sido su debilidad aquello que los condeno a una eternidad de sufrimiento y ahora ponía en peligro a su hermano, quien a pesar del peligro quería asegurarse que un completo desconocido fuera libre de su tormento.

— Hare lo que esté en mis manos.

La voz de Lion-O era suave, pero al mismo tiempo Tygra se daba cuenta que no estaba dispuesto a cumplir su última condición.

— Pero de todas formas no creo que pueda perdonarle por lo que hizo, por permitir que los destruyeran y dejarse manipular por Mum-Ra.

Después de todo, era la culpa de Tygus que tuvieran que realizar una tarea tan arriesgada, que su hermano corriera peligro como lo hacía, aunque no entendía porque Tygra quería justificar las acciones de un cobarde, tal vez no lo haría si pudiera ver la sombra en que se había convertido Leo, o tal vez, él mismo de ver a Tygus sentiría piedad por él.

— Estoy seguro que sólo trataba de proteger a su amado, como tú lo harías, o yo…

Lion-O asintió, suponiendo que Tygra tenía la razón, no podía culpar a Tygus por algo que no sabía, ni siquiera por el dolor y la locura en los ojos de Leo, quien pago un precio muy alto por esperar, por creer que tendrían todo el tiempo del mundo, por no actuar como su hermano le instaba a hacer en esos momentos.

— Dime que no dejaras que te maten para liberar a Tygus, que harás todo lo que puedas y mucho más para regresar a mi, por favor, ya no soportaría perderte otra vez.

Lion-O estaba actuando como todo un rey en esos momentos, frio, algo distante, en control de sus emociones, dándole esperanzas a Tygra de que si todo salía bien, podrían reconstruir aquello que habían perdido.

— Nunca más volveré a dejarte Lion-O, debes confiar en mí, todo saldrá bien.

Tygra se relamió los labios antes de besar al menor, sellando de esa forma su promesa, permitiendo que Lion-O rodeara su cintura, que se pegara a su cuerpo, tal vez aquellos eran los últimos minutos que tendrían para ellos.

— Júramelo…

Tygra estaba a punto de jurar que no perdería la vida, que no permitiría que fueran separados cuando repentinamente pudieron escuchar varias explosiones, el ejercito de Slithe los había encontrado mucho antes de lo planeado y no solo eso, acompañando al desagradable reptil se encontraban dos gigantes.

Un mandril y un chacal, quienes de pronto los atacaron, uno riéndose como si aquella pelea le pareciera divertida, el otro gritando como a veces le gustaba hacer a los suyos, encontrando en Panthro un digno oponente para su fuerza descomunal.

— Te lo juro.

Susurro Tygra, antes de ingresar en la batalla a sabiendas que habían llegado por él, protegiendo a los mellizos, escuchando como su hermano invocaba el poder de su espada y se unía a ellos.

— No van a separarnos.

Pronunciaron al mismo tiempo, tratando de disfrutar esos pocos minutos de paz, habían observado a los reptiles acercarse, ya los esperaban, Slithe los comandaba esta vez, a su lado se encontraba un enorme mono y un chacal anaranjado, una criatura extraña, con una mirada perversa.

Tygra cerró los ojos respirando hondo cuando la primera explosión pudo escucharse, abriéndolos inmediatamente para ver no el campo de verdes prados que usaron como señuelo, sino un ambiente estéril cubierto de metal, en donde apenas podía ver cualquier cosa y un sonido reverberante que nunca antes había escuchado acallaba los sonidos de aquel combate.

Parecía que esta vez tanto Lion-O como él podían ver lo mismo porque en medio del pasillo, de pronto vieron a dos felinos sumergidos en una pelea diferente contra la misma clase de animales, Tygus y Leo.

— ¿Por qué nunca entienden quiénes son sus mejores?

Eso lo pregunto Leo propinándole un fuerte golpe a uno de los simios, uno especialmente grande, el que apenas retrocedió unos pasos, ligeramente aturdido por el impacto.

— Con todo respeto comandante, yo me concentraría en la pelea y después abriría mi gran boca.

Leo sonrió al escuchar esa advertencia, el capitán nunca le mostraba respeto y no era esa la primera vez que le daba consejos, ignorando que no solo por su belleza era su superior, sino que, debido a que su especie era por mucho más fuerte que cualquier otra, aun, la raza felina favorita de su amo, siendo él aquel que había sobresalido frente a todos los demás.

— Me alegra saber que me respetas capitán, de lo contrario, tendría que darte un escarmiento, una docena de latigazos le darían más color a tu pelaje.

Aquello lo dijo con una media sonrisa, mirándolo de pies cabeza, logrando que el tigre sonriera de medio lado, encontrando agradables sus palabras no por lo que había dicho, sino por la intención que uso en ellas.

— Debería tener cuidado comandante, podría pensar que intenta seducirme.

Tygus pronuncio aquellas palabras enfocándose en su pelea, quitándose la maquina que cubría su rostro, apretando los dientes cuando un chacal de una estatura inmensa lo golpeo por la espalda, derribándolo al suelo.

— ¡Tygus!

Grito Leo, al mismo tiempo que aquel simio lo derribaba con sus dos puños cerrados, haciéndose a un lado para que Rezard pudiera finalizar con su vida, por alguna razón que nunca comprendió, ese mastodonte deseaba asesinarlos con sus propias manos.

— Estas acabado gatito.

Tygus se levanto de un salto y utilizo su don con todos aquellos que le observaban, los que de pronto atacaron a sus hermanos de rebelión, disparándose los unos a los otros, forzando a los que no le veían o estaban muy lejos de su cuerpo a permanecer inmóviles, demasiado confundidos para moverse.

— Dispárales Leo.

Ordeno el tigre, quien jamás había usado su don con tantas personas presentes, mucho menos delante de su señor, quien parecía sorprendido al ver que su don era mucho más poderosa de lo que había pensado.

— No pierdas tiempo y dispárales.

Susurro sujetando su cabeza, cayendo de rodillas en el suelo cuando ya no pudo mantener su ilusión por más tiempo, escuchando entonces otro sonido a lo lejos, uno que siempre le había atemorizado.

— No dejes que se recuperen.

Pero era tarde, los animales, algunos de ellos ya no veían aquello que los distrajo, dándose cuenta de lo que habían hecho, de las decenas de lagartos en el suelo, como sus líderes apenas podían mantener a un león y otros felinos a raya, como estaban perdiendo.

— Muy bien hecho capitán Tygus, pero ese poder sin el entrenamiento adecuado no me sirve de nada.

Pronuncio de pronto la criatura, levantando sus manos para atacar a todos los presentes, protegiendo las espaldas de sus felinos al mismo tiempo que mataba a algunos otros infelices que tuvieron la mala suerte de interponerse en sus rayos de energía morada.

— Mucho menos, cuando tú me lo escondiste.

Tygus se levanto con algo de esfuerzo, sintiendo la mirada de Leo en su cuerpo, su sorpresa al ver su descuido, al mismo tiempo que la criatura daba otro paso en su dirección, extendiendo la mano para tocarlo con ella.

— Ven conmigo, Tygus.

El tigre no quería seguirlo, pero no le quedaba otra opción más que obedecer por lo cual tomando la mano de la criatura permitió que le ayudara a levantarse, un acto por demás extraño, casi podrían decir surrealista.

—  Sí Lord Mum-Ra.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Al mismo tiempo en la pirámide la criatura había tomado la decisión de empezar los preparativos, esa misma noche su capitán regresaría de entre los muertos, tendría que entrenarlo de nuevo, pero eso lo encontraría sumamente entretenido.

Un grupo de reptiles vestidos de blanco abrieron la cámara mortuoria, de la cual pudo escucharse un silbido cuando los seguros que mantenían ese cuarto sellado, sin ninguna clase de oxigeno se liberaban.

El sarcófago ya no resistiría un nuevo embiste de su energía vital, lo mejor era que se apresuraran, que le trajeran a ese príncipe, su vida sería lo que despertaría a su mejor soldado.

Poco después cargaron el sarcófago aun funcionando con el cuerpo aun cubierto con sangre fresca y un viejo uniforme de su guardia principal desgarrado en varias partes.

Al enfrentarse a una docena de traidores su tigre había resultado gravemente herido, una muestra más de su absoluta lealtad cuando utilizaba ese collar, la misma clase de dedicación que lograría sacarle con sangre y fuego.

La criatura sabía que se estaba arriesgando demasiado, pero ya no podía esperar por más tiempo, su capitán despertaría esa noche o lograría su libertad, el sarcófago estaba dañado, pero su poder sería la herramienta para conseguir aquello que deseaba de regreso.

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Su plan estaba marchando como debía, los mellizos habían escapado, Panthro y Cheetara se habían separado de ellos, supuestamente, a causa de un disparo de una de aquellas maquinas verdes, refugiándose en el tanque felino.

Lion-O aun se mantenía a su lado con la espada desenvainada, Tygra disparaba a sus enemigos, logrando que algunos lagartos escaparan, se escondieran en las rocas, dejando a los tres líderes de pie.

El mono comenzó a gritar enloquecido al mismo tiempo que el chacal golpeaba a su hermano por el costado, lanzándolo al suelo, para después patearlo de nuevo, logrando que cayera en un barranco o eso les hizo pensar, de alguna forma sabía cómo usar su don, tal vez aquellos eran los recuerdos del capitán o la misma sombra del pasado mostrándole que hacer cuando lo necesitaba.

Tygra trato de dispararle a Slithe pero su arma ya no tenía balas, maldiciendo en voz baja, dispuesto a seguir peleando, escuchando como el chacal comenzaba a reírse al ver que sus aliados le daban la espalda, dejándolo solo en ese claro.

— Nunca debiste abandonar el cuidado de Grune, príncipe Tygra.

Slithe sonrió al ver la expresión de molestia del joven tigre, cuyo destino seria aun peor que ser el consorte de ese sable enloquecido, porque después de no sabía qué clase de ritual, la criatura descarnada lo destruiría para traer a otro gato de regreso.

— Pero los felinos siempre han sido demasiado orgullosos, nunca se dan cuenta cuando han perdido.

Tygra los ataco entonces, recibiendo un golpe de Addicus en la espalda, cayendo al suelo sintiendo que Slithe con su enorme y fea pata pisaba su cabeza para que perdiera el conocimiento.

— Dulces sueños gatito…

Slithe aplico mucha más fuerza a su pisotón, escuchando un quejido del tigre, quien perdió el conocimiento, por un momento pensó en quitarle su pistola, pero no le veía caso alguno a tardarse un poco más de la cuenta, su señor no estaba de humor para retrasos.

— Salúdame a Claudius cuando estés en el infierno.

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— ¿Por qué dejaste que te pusieran el collar?

Tygra estaba confundido, preguntándose porque lograron derrotarlos si Tygus era tan poderoso, seguro que había sido él quien les ayudo a convencer a los mutantes de su gran victoria.

— ¿Por qué no lo repeliste?

Tygus no respondió al principio, mostrándole una imagen de una ciudad que parecía fastuosa, resplandeciente, la misma ciudad que había inspirado a los mellizos para salir de su casa en busca de riqueza para ellos, sus hermanos y su madre.

— Esto es la única ciudad que mantuvo el pacto de los animales, los demás comenzaron a pelear por recursos o tierras tan rápido como cayeron en el planeta que cobijo a mis herederos.

Tygus se río entre dientes, encontrando ridículo que Mum-Ra no sospechara de su descendencia hasta ese momento.

— Quiero que busques a los tigres en esa ciudad, que los lleves a Thundera, diles “Nuestro honor es más importante que nuestro orgullo” y te seguirán, porque sé que aun no hemos olvidado nuestra mayor virtud.

Tygra trato de recordar esa frase, suponiendo que se trataba de un mensaje secreto, tal vez, algo que Tygus había preparado para cuando pensara era el tiempo de rebelarse contra el inmortal.

— Ahora pon atención Tygra, tu vida y la mía dependen de esto.

La imagen de la ciudad perdida desapareció para regresar en el pasado, en los túneles transitados por esclavos, en donde podía verse la sala del trono del inmortal, a donde seguramente lo llevarían.

— Debes recorrer estos pasillos para salir de la nave, para llegar al núcleo de la misma y en ese momento, introducirás esta clave, con ella, los reactores iniciaran una reacción que terminara por destruir la pirámide que se sellara en treinta minutos.

El camino era demasiado largo pensó Tygra por unos momentos, observando como Tygus parecía tranquilo, seguro de sí mismo, sin temer lo que pasaría una vez que lograra despertar, si alguna vez lo hacía.

— No sabía qué era lo que esperaba lograr, pensé que solo me torturaría, que sería violento como siempre, pero… me equivoque.

Tygra parecía sorprendido al escuchar esa información, Tygus le sonrió de medio lado, suspirando, enseñándole una imagen de sí mismo hincado delante de la criatura, dándole información importante, al mismo tiempo que la bestia acariciaba su cabello como si fuera una mascota.

— Lord Mum-Ra no es uno de los nuestros, no es un animal de ninguna especie, es algo más, algo de nuestro pasado, cuando nosotros no éramos mas que criaturas sin habla que andaban en cuatro patas.

De pronto una imagen de una criatura rosada y sin pelo apareció delante de sus ojos, en esta ocasión Tygus ya no poseía ninguna clase de expresión, no era más que una cascara vacía, una marioneta obediente a la cual, por alguna razón que nunca comprendería, la criatura le estaba mostrando el pasado, su vieja vida, cuando no era más que un sacerdote de baja clase, sirviéndole a un rey pelirrojo, al que destruyo.

— No creo que podamos destruirlo, pero si encerrarlo, si le quitas las piedras de poder, si destruyen los receptáculos de los cuatro espíritus del mal, habremos ganado, sino, tu esfuerzo no servirá de nada.

Tygra asintió, debía confiar en aquel fantasma del pasado, el que de pronto colocando sus manos en sus mejillas unió su frente a la suya, tratando de despertar las memorias de su alma en el cuerpo del joven tigre, sólo así sabría que hacer, como Lion-O parecía comprender con exactitud la manera de usar la espada y controlar a las piedras de guerra.

— No tengas miedo, Lord Mum-Ra no es nada sin los espíritus del mal y ellos no están interesados en brindarle entretenimiento.

Separándose un poco del joven tigre sonrió, estaba seguro que pronto sería uno con su amado, como este muchacho ya lo era con su monarca.

— Solamente son tu, tu hermano y ese saco de huesos.

Tygra asintió, esperando que Tygus tuviera razón, preparándose para despertar en la pirámide, en donde seguramente la ceremonia que regresaría a la vida al capitán ya estaba preparándose.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygra como lo supuso al abrir los ojos pudo ver la sala del trono de la criatura, en donde cuatro estatuas monumentales se alzaban alrededor de una fuente con agua que parecía estar hirviendo.

Un grupo de doce lagartos entonaban unos extraños canticos, al mismo tiempo que otros más cargaban lo que parecía ser un sarcófago, aquello que pensaba debía destruir para poder liberar a su antepasado.

No lo habían cambiado de ropa ni preparado de ninguna forma como siempre se imagino que ocurría en esa clase de rituales, de los que algunas ocasiones había leído en historias de terror o de fantasía.

Mum-Ra, la criatura descarnada le observaba fijamente con una daga en su mano derecha y algo que parecía un libro en su mano izquierda, sonriendo cuando el sarcófago fue lanzado al agua burbujeante, la cual empezó a brillar con una luz que no iluminaba esa estancia, sino por el contrario, parecía que absorbía las demás.

En medio del agua un cuerpo con los ojos cerrados empezó a elevarse, este seguía muerto, tal vez siempre lo estaría y su ropa no era la que vio en sus sueños, ni en el plano astral, esta era idéntica a la de Mum-Ra, pero con dos colores exclusivamente, blanco y dorado.

— Veo que has despertado cachorro, justo a tiempo.

La criatura se acerco al cuerpo inerte del capitán, permitiendo que los lagartos lo recostaran en lo que juzgaba ser un altar, con tanto cuidado como si tuvieran miedo de lastimar su cuerpo, tal vez, el verdadero embase de su alma, aquello que debían mantener intacto.

— ¿Por qué no lo dejas descansar? ¿Por qué estas obsesionado de ese pobre tigre?

Pregunto Tygra, retrocediendo algunos pasos cuando la criatura cambio de apariencia, tomando la ilusión de un gigante inmortal e invencible, quien recorrió la mejilla de Tygus con las puntas de sus dedos.

— No es un pobre tigre, es un asesino desalmado, el mejor de todos, mi legítimo general, quien se alimentara de tu vida, porque sé que no querrá perder la oportunidad de regresar a mi, aunque sea para vengarse.

Mum-Ra se alejo del cadáver en el altar, escuchando con deleite como los sacerdotes finalizaban con su cantico y de nuevo el cuerpo del tigre se elevaba en el aire, con una energía rojiza, abriendo los ojos, mostrando una escalofriante nada en su lugar.

— ¿Acaso creías que al destruir el sarcófago que mantuvo su cuerpo y su alma intactos podrías liberarlo?

Tygra observo entonces como Tygus pisaba el suelo, seguía siendo un cadáver, no era el capitán pero si una cosa que había tomado residencia en su cuerpo, tal vez los propios espíritus del mal, o su propia oscuridad, como aquella que trasformo a los suyos en esas bestias de color morado.

— Ve por el Tygus, sabes que hacer.

Tygus sujeto la daga con fuerza y en vez de atacarlo como esperaba la criatura, cortó a su señor, embistiéndolo con el recién afilado instrumento para sacrificios, sus ojos aun vacios, su rostro carente de vida, pero su energía brillando de pronto con un aura de color azul, mezclándose con la suya rojiza.

— ¡Te dije que seriamos uno!

Pronunciaron de pronto, dos voces que Mum-Ra recordaba de su pasado, observando con desagrado como detrás del cadáver de Tygus dos siluetas se iban materializando, esos eran Tygus, su alma libre del sarcófago, junto a Leo, quien después de mil años había salido de su celda, logrando lo que nunca pudo en vida.

— ¡Que no ibas a robármelo!

Un segundo corte cruzo la marca de los cuatro espíritus del mal, logrando que sangrara, notando como las cuatro estatuas permanecían en silencio, negándole su ayuda, ellos no estaban dispuestos a darle la inmortalidad a su mascota.

— ¡Que lo recuperaría!

Gritaron al unisonó, esta vez Tygra pudo ver que era aquello que lastimaba a Mum-Ra, como dos espíritus, uno rojo y el otro azul, atacaban a la decadente criatura, no en el plano de los vivos, sino en el astral, en donde era por mucho más vulnerable.

— ¡Tygra!

Gritaron detrás de sus espaldas, había llegado la caballería.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Cuando se llevaron a Tygra, Lion-O estuvo a punto de seguirlos, sin embargo, Panthro lo detuvo, debían proseguir con el plan que había trazado el tigre, sin importar lo que pasara, sería mucho peor si actuaban de forma descuidada en ese momento.

— Recuerda el plan de Tygra, debemos esperar.

Lion-O asintió, debía confiar en su hermano, en las sombras del pasado, escuchar a sus instintos que le decían que todo estaría bien, al mismo tiempo que de pronto, como si nunca hubiera existido Leo, el primer rey de Thundera permanecía en silencio.

Se tardaron pocos días en llegar a la pirámide, mucho menos tiempo en ingresar en ella, después de todo, no era la primera vez que entraban, ni sería la última, supuso Lion-O, quien había tenido un extraño sueño, en el cual Leo se despedía de él tras agradecerle su esfuerzo por salvar a su compañero, diciéndole al mismo tiempo que ese era su trabajo, no el suyo, mucho menos el de su hermano.

— No temas, no dejare que los separen.

Pronunciaron de pronto, Lion-O por un momento pensó que se encontraría en el plano astral, pero una silueta azul, cuyo resplandor iluminaba el paramo que usaron para esconderse lo saludo.

— Ustedes han hecho lo suficiente, ahora nos toca a nosotros enfrentarle…

Antes de que Lion-O pudiera decirle que no era cierto, preguntarle como había logrado materializarse en ese sitio o a que se refería con eso de que ahora les tocaba a ellos enfrentar a Mum-Ra, al igual que ocurría con los espíritus del bosque cuyo guardián se unió a su causa, desapareció convirtiéndose en un punto luminoso que se alejo a una velocidad inusitada.

Dejándolo solo, con un sentimiento de incertidumbre que se borro al ver a Tygra de nuevo, a salvo, pero no solo eso, sino ver como el capitán, al menos su cuerpo se enfrentaba a Mum-Ra y detrás de él dos entes incorpóreos creados con dos espectros de color diferente, pero que al mismo tiempo parecían ser uno solo, estar creados por la misma esencia, enfrentaban al espantoso inmortal en otro plano de existencia.

— ¿Qué es eso?

Pregunto Panthro, sin saber que veían los dos hermanos, como era posible que un cuerpo, el cual estaba recibiendo demasiado daño, pudiera moverse como lo hacía, atacando a la criatura inmortal.

— ¿Son ellos?

Inquirió Cheetara notando como el cuerpo del que suponía era Tygus poco a poco iba destruyéndose, al mismo tiempo que los últimos efectos del sarcófago y las artes oscuras que lo mantenían intacto iban acabándose, creando fisuras como si se tratase de una roca o una estructura hecha de papel.

— Lo son.

Respondieron al unisonó los jóvenes príncipes, escuchando un rugido, sintiendo como la espada del augurio comenzaba a brillar, el ojo abriéndose de un momento a otro, al mismo tiempo que la coraza del alma de Tygus comenzaba a quebrarse, encajando la daga en lo que debió ser el corazón de la bestia, quien gruñendo, dio el último golpe, el cual desquebrajo el cuerpo del tigre, el cual, al caer en el suelo se hizo polvo, liberando el pequeño pedazo del alma de su mascota que aun tenía en su poder.

— ¡No!

Su grito pudo escucharse en toda esa nave y en varias dimensiones, pero no se dejaría vencer con tanta facilidad, la mayor parte del espíritu de su cachorro estaba perdido, eso era cierto, pero aun existía una pequeña parte en ese príncipe, por pequeña que fuera, le serviría para poder traer de regreso a su esclavo favorito, con o sin los espíritus del mal respaldándolo.

— ¡Esto aun no ha terminado!

Estaba furioso, como nunca antes lo había estado y haciendo acopio de su poder, de la energía perversa que lo mantenía vivo extendió sus alas desgarradas, elevándose en su sala mortuoria, convocando relámpagos morados en sus manos.

— ¡Aunque sea en tu cuerpo lo traeré de regreso, el me pertenece!

No estaba dispuesto a permitir que lo derrotaran, no de nuevo, no después de mil años encerrado, esperando el momento en que recuperara todo lo que fue suyo y ese esclavo, ese sucio león, no lo derrotaría de nuevo.

Tygra ya no tenía puestas las esposas, Lion-O blandía la espada del augurio, Panthro estaba listo para enfrentarse a esa odiosa criatura con sus nuevos brazos, Cheetara frunció el seño, aun sentía la presencia de las dos entidades en ese salón, aun los mellizos estaban preparados para enfrentarse a esa criatura detestable.

Quien ataco primero a Lion-O, tratando de freírlo con sus rayos, la energía oscura que alimentaba su cuerpo, cegado por la furia de la humillación de su derrota, siendo repelido por la espada que ahora portaba dos piedras.

Tygra no se quedo con los brazos cruzados, pero no tenia ningún arma con la cual ayudar a su hermano, pero suponía que pronto, en cuestión de minutos los lagartos trataría de acudir al llamado de su amo.

Con ellos traerían armas de fuego, Cheetara al ver que la puerta que daba a los túneles centrales se abría y por ella ingresaban docenas de aquellas criaturas de sangre fría, apretó los dientes antes de atacarlos con su báculo, usando su velocidad.

Los mellizos su agilidad y algunas bombas de humo que habían robado de su enfrentamiento anterior, jurándose, a pesar de ser tan pequeños, que su amigo, el que había pasado por un calvario para mantenerlos seguro, necesitaba su ayuda.

Panthro estiro sus brazos, golpeando con ellos a tantos reptiles como pudo, esquivando los disparos de unos cuantos mas, usando algunos de ellos como armas, garrotes o piedras para herir a los demás.

El único que no tenía nada que hacer era Tygra, pero eso se soluciono cuando uno de los lagartos, uno especialmente cobarde al ver que los estaban derrotando trato de huir, sin usar su pistola, un arma de plasma con la batería cargada, lista para que pudiera utilizarla en ese combate.

Tygra lo siguió, usando su camuflaje para no ser visto, atacando al cobarde lagarto desprevenido, golpeándolo en el cuello, rompiéndolo con un fuerte crujido que paso desapercibido, pero no así sus disparos, las balas de plasma que iban derribando a cada uno de sus blancos con una puntería certera.

Lion-O poco a poco iba retrocediendo, jamás había visto a la criatura tan molesta, ni tampoco como en ese momento entendía lo que perdería de permitirle a esa bestia triunfar.

— ¡No lo harás, no lo lastimaras!

Mum-Ra comenzó a reírse, ese muchacho sin el alma de Leo guiando sus pasos no era más que un inútil y se lo demostró derribándolo por fin, lanzándolo contra uno de los pilares de aquella estructura, esperando que cayera en el abismo, pero no lo hizo, el tigre salto para evitarlo.

Sosteniendo su muñeca justo en el momento en que por fin estaba a punto de eliminar a su enemigo de una buena vez por todas, pero ese rescate milagroso, ese pequeño salto para salvar a su amado del peligro lo ponía en la posición indicada para realizar el conjuro.

O eso creyó, porque repentinamente los brazos de Panthro, el báculo de Cheetara y las bombas de humo de los mellizos impactaron contra su espalda, derribándolo, permitiendo que Tygra alzara a su hermano, recargando su frente en la de su amado león, quien beso sus labios, solo por unos segundos.

— Váyanse, aun no están preparados.

Pronunciaron de pronto, dos cuerpos resplandecientes que se colocaron entre Mum-Ra y los jóvenes monarcas, quienes sintieron que una pequeña parte de sus cuerpos iba separándose del mero núcleo de su alma, una flamita azul que se elevo con lentitud, la que ambos felinos tomaron entre sus manos, la que se fundió con ellos brindándoles nueva fuerza a los felinos de antaño.

— Pero algún día lo estarán.

Aquello fue pronunciado por Tygus, quien sostenía la mano de Leo con fuerza, sus ojos brillando de color azul, ya no ese rojo encendido, el cual era parecido al del primer rey de Thundera, quien de pronto llamo a la espada del augurio.

No la que portaba Lion-O en sus manos, sino una por mucho mas etérea, solo una pequeña sombra del poder que ese maravilloso instrumento podía blandir, el cual aún conservaba la fuerza de la galaxia destruida, la que, como ellos, deseaba vengarse de su ejecutor.

Millones de almas eran más de lo que los espíritus del mal o Mum-Ra podían enfrentar, por que retrocedió apretando los dientes, convocando mas rayos morados en sus manos, los que esta vez fueron desviados con demasiada facilidad, casi como si se tratase de un escudo.

— Déjenos a nosotros esta pelea, no podemos hacer mucho, pero al menos les daremos tiempo para que logren lo que yo no.

Leo se relamió los labios, Tygus le sonrió, de la forma en que lo hacía cuando quería reconfortarlo, usando su poder para caminar en el plano astral, su don, convocando una esfera a su alrededor, encerrando a la bestia momentáneamente en aquel sitio que no existía en ningún lugar, pero lo hacía en todos al mismo tiempo.

— Esta no será la última vez que nos veamos Lion-O, pero si la última vez que recordaremos quienes fuimos.

Pronuncio en forma de despedida Leo, apretando el mango de la espada con fuerza, sintiendo como la mano de Tygus cubría la suya, asintiendo, dándole la señal de que estaba listo.

— Se que cuando nos veamos serás un gran rey, que amaras a tu compañero y que Thundera resplandecerá con un brillo mucho mayor del que tenía en el pasado.

Tygus volteo con una sonrisa en los labios, la misma que usaba Tygra cuando estaba complacido, la que Lion-O adoraba por sobre todo, la que siempre debería estar plasmada en su rostro, la que le hacía creer que todo estaría bien.

— Recuerda lo que te dije, protege a tu compañero y nunca dejes que pierda la fe.

Tygra asintió, debían destruir la nave, pero no en ese momento, y debían buscar a su clan, al que había cambiado su orgullo por el honor, pero también sería en otra ocasión, en ese momento, sus instintos le decían que debían retirarse.

— Vámonos.

Ordeno, Lion-O quería ver aquel combate, como su antepasado derrotaba a la criatura, pero al escuchar esa palabra de los labios de su hermano, simplemente le obedeció, la tenia razón como siempre, debían marcharse.

Cheetara asintió, al igual que los mellizos, quienes fueron cargados por Panthro, era el momento de huir, utilizar la ventaja que esos dos fantasmas le habían dado, esperando que en esta ocasión, sus espíritus pudieran descansar en paz.

De pronto, las puertas de la sala mortuoria se cerraron con una fuerza poderosa, quitándoles la oportunidad de regresar o de que los siguieran y con la misma rapidez, se escucharon los sonidos inequívocos de un combate, del último enfrentamiento de sus antepasados.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Algunos años después, la guerra aun no había terminado pero ellos estaban ganando, la criatura inmortal seguía con vida, sin embargo estaba oculta, los reinos comenzaban a florecer con la ayuda conjunta de todos los animales, aun los lagartos, una gran mayoría que estaba cansada de la guerra y de dar sus vidas por Slithe, quien solo les había traído la destrucción.

Tygra se encontraba recargado en uno de los barandales del cuarto del trono, en donde Lion-O, de pronto, sin darle ninguna señal rodeo su cintura, restregando su mejilla contra la suya.

— ¿Es como imaginaste que sería?

El joven tigre asintió, era justo lo que deseaba de su hermosa ciudad, aunque no era del todo cierto, esa ciudad era tan suya como de cualquiera de sus habitantes, ya fueran felinos, caninos o reptiles.

— Si, es hermosa.

Lion-O también asintió, recargando su barbilla en el hombro de Tygra, suspirando complacido, seguro que aunque aún faltaban muchas batallas por ganar, una criatura milenaria por eliminar y una blasfemia tecnológica por destruir, con cada victoria estaban a un paso de lograr su meta.

— Como dijiste que sería.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Panthro en todo ese tiempo no había dejado de pensar en lo mucho que le había fallado a su querido amigo al permitir que Grune lastimara a su primogénito, como aun después de ver sus oscuros deseos por un cachorro se permitió confiar en él, cuando era seguro que los traicionaría, que su avaricia era demasiado grande para conformarse con lo que tenía en ese momento.

Y como lo menosprecio en el pasado se juro que eso no volvería a pasar, así que en vez de permitirse olvidar su traición, creer que Grune el Destructor permanecería en su celda en el plano astral se preparo para el día en que lograra salir de ella.

Esta vez no permitiría que se acercara al príncipe, mucho menos a su consorte, ni a otro cachorro lo suficiente ingenuo como para creer en su amistad.

La pantera era un felino mayor, con viejos huesos que le dolían en el invierno, pero seguía siendo fuerte, tanto como en el pasado, solo que mucho más astuto, sus brazos mecánicos eran una maravilla tecnológica, tanto como su tanque, pero los cambiaria por los suyos en cualquier momento, a la primera oportunidad.

Por eso, cuando su deseo se hizo realidad, en el momento en que sus brazos regresaron a su cuerpo, se dio cuenta que Grune, ese sucio felino traicionero había encontrado la forma de salir del plano astral y que Tygra estaba en peligro.

— Claudius te prometo que esta vez cumpliré mi promesa.

La vieja pantera, general de los ejércitos conjuntos de animales se levanto de su silla preferida, calentando un poco sus músculos, esperando el momento en que su viejo camarada cometiera la estupidez de ingresar en Thundera.

Después de todo, lo había estado esperando durante todo ese tiempo y no por nada había puesto vigías que localizaran a un tigre dientes de sable de un solo colmillo, quien como lo supuso, no se tardo demasiado en ir por su presa, la que hasta el momento pudo olvidar con mucho trabajo lo que le hizo, la pesadilla que tuvo que pasar en sus brazos, en compañía de quien pensaba era su amigo, pero solo era un monstruo avaricioso.

— Grune, te he estado esperando.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

El sable sonrió, aun era joven a diferencia de Panthro, quien se veía demasiado viejo para poder enfrentarle siquiera, mucho menos derrotarlo, demostrándoselo en unos pocos minutos, cuando lo sostenía del cuello, siendo él un hombre joven, no un anciano felino que trato de separarlo de su príncipe, quien lo miraba perplejo, asustado al verlo de pie, a punto de cumplir su promesa

— Panthro, no te metas en mi camino, tengo una promesa que cumplir.

La de no permitir que nada se interpusiera entre él y su príncipe, quien como la pantera presintió el cambio en el plano astral, seguro que se había abierto, dejando salir a un monstruo que le atemorizaba tanto como la criatura, o tal vez mucho más que esa momia, porque sabía, que si no lo destruía en ese momento, asesinaría a su compañero, solo para separarlos.

—  ¿No es así mi dulce príncipe?

Tygra coloco una mano en el hombro de Panthro, pidiéndole de manera silenciosa que no se interpusiera en su camino, quien simplemente retrocedió demasiado malherido para poder ayudarle a su soberano, quien seguía siendo endiabladamente hermoso, dejando que su rey hiciera lo que pensara era correcto.

— Esto se termina aquí Grune.

Grune comenzó a reír al escuchar esa amenaza, al ver como Panthro se hacía a un lado, probablemente creían que no estaba preparado para ese día, que dejaría que le quitaran a su príncipe, quien desenfundo lentamente un arma de fuego de su cinto.

— En eso tienes razón, ya no se interpondrán entre nosotros.

Al que ataco antes de que pudiera dispararle, desarmándolo, aprovechando su miedo y su descuido, torciendo sus muñecas detrás de su espalda para robarle un beso posesivo, deleitándose en el dulce sabor de su príncipe, quien trato de soltarse, pero era demasiado débil a comparación suya.

Ese manjar solo podía tenerlo él y al ver que no había ningún guardia, que Thundera seguía poblada por soldados incompetentes, empujo a su príncipe contra una de las paredes, tomando su cabeza con fuerza, para azotarla contra la fría piedra, logrando que perdiera el conocimiento con ese golpe certero, cargándolo en sus brazos, llevándose a su dulce príncipe consigo.

Al final, después de todos sus esfuerzos, Grune tenía la victoria en sus brazos y después, en su cama.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Panthro usando sus chacos salto en dirección de Grune, esta vez no dejaría que lastimara a Tygra, quien estaba a sus espaldas, observando con asco lo que había sido el destructor, quien ya no era ni siquiera una sombra del que fue.

El que se desvaneció en el momento en que sus ojos se cruzaron, cuando uso su don, el que había estado mejorando con el tiempo, con las constantes meditaciones, logrando que fuera poderoso, tan fuerte como su compañero necesitaba que fuera.

Implantando una poderosa ilusión de la que ya jamás despertaría, dándole lo que deseaba, la victoria, su esclavitud, lo que sus más bajos deseos le pedían, algo que no comprendía del todo, puesto que de un momento a otro, Grune el destructor se vio atrapado en su propio mundo, uno que terminaría destruyéndolo.

— ¿Qué has hecho?

Pregunto la pantera, observando la sonrisa idiota de Grune, sin atreverse a tocarlo siquiera, observando como Tygra le hacia una señal a unos clérigos, su maestro y torturador ya no despertaría, pero lo que le quedaba de vida, lo pasaría cómodo, atendido, no era tan desalmado como para dejarlo morir de hambre, o sed, no era como el destructor.

— Le di lo que siempre quiso, en su mundo, será victorioso.

Panthro no supo si eso era justo, si debía sentirse preocupado o no, pero Tygra tenía derecho de vengarse, lo que le había hecho Grune fue demasiado, pero pensaba que una muerte rápida era mucho más digna.

— ¿Por qué no lo mataste?

Tygra no supo que decir en ese momento, lo único que sabía era que no lo dejaría morir tan fácilmente, lo que ocurrió en esa tienda aun lo atormentaba, el terror de los cachorros, su miedo constante, Grune merecía sufrir, pero al mismo tiempo comprendía que si no tenía lo que deseaba, su avaricia le haría regresar por lo que deseaba, así que la mejor forma de alejarlo, de destruirlo era dándole aquella ilusión.

— Tal vez debí hacerlo… pero temo que regrese de la tumba si lo hago.  

Después de todo, la avaricia era una fuerza poderosa pensó Tygra, escuchando como unos pasos rápidos, de una persona corriendo, se acercaban, sin voltear siquiera supo de quien se trataba, su señor había sentido la energía del plano astral, tal vez la espada del augurio se lo mostro, pero el peligro ya no existía mas.

— Tygra.

Su compañero lo abrazo, temiendo lo peor, creyendo que Grune se llevaría a su hermano, pero no fue así, por el contrario, el destructor ya no era peligrosos, puesto que pensaba que había logrado apoderarse de su pobre hermano, aunque en ese momento ya no fuera más que un bulto idiota en la camilla de los clérigos.

— Estoy bien leoncito, no te preocupes, el ya no será un problema…

Epilogo.

Habían pasado algunos años, tal vez siete u ocho años desde aquel día que vieron por última vez a sus ancestros, Tygra se encontraba recostado en la cama de Lion-O, quien besaba cada una de las rayas de su espalda, una manía que le fascinaba, puesto que no sabía cuántas veces o cuento tiempo se había quedado admirando su pelaje.

A esas horas del día, generalmente nadie se atrevía a interrumpirlos, puesto que sabían que los monarcas se entregaban a su deseo, a su amor, el cual aun seguía vivo, tan ardiente como en el pasado.

Sin embargo, los únicos que se atrevían a entrar sin darles oportunidad a cubrirse eran los mellizos, en esta ocasión uno de ellos, quien entro cubriendo sus ojos con una de sus manos, esta vez era Wilykat, quien volteo en otra dirección cuando Lion-O maldijo en voz baja, al menos aun estaban vestidos pensó el joven felino.

— Necesito que vean algo.

Tygra suspiro, esos mellizos sabían que nunca podía negarles nada, así que arreglando su ropa, la cual solo estaba algo desaliñada, siguió a Wilykat con resignación, escuchando los pasos rápidos de Lion-O, quien los alcanzo cuando dieron con el área de los nuevos reclutas.

Wilykit estaba en medio del salón, sus brazos cruzados, observando a dos pequeños, uno de ellos era un tigre, un cachorro que su hermano decía tenía el don, que era poderoso y que, de alguna forma, le recordaba a Tygus.

El otro era un león, o tal vez una cruza, no estaba del todo seguro, de lo que si estaba seguro era que nunca antes lo había visto y sin embargo podía jurar que se veía como Leo, pero que parecía perseguir por todo el salón al joven clérigo, quien después de un infructuoso intento por camuflarse, decidió esconderse detrás de Wilykit, quien estaba demasiado divertida por aquella extraña situación.

— Yo creo que son ellos.

Pronuncio el mellizo que fue a buscarlos, quien después de las solemnes palabras del joven thunderiano de la importancia de la amistad, de protegerse mutuamente y de nunca separarse, actuando como si hubiera buscado al pequeño clérigo toda una eternidad, al menos eso parecía cuando decidió que lo protegería de la bestia, una que seguramente ya conocían demasiado bien.

Lion-O pensó lo mismo que Wilykat, la presencia de ese cachorro era por demás extraña, porque lo había encontrado en las ruinas de un pequeño poblado, con ayuda o más bien por deseo de la espada del augurio, el único sobreviviente de un poblado que fue diezmado por el ejército del inmortal con tanta saña que el cachorro había olvidado parte de su pasado.

Pero que al ver al clérigo, de pronto, como si fueran amigos o compañeros de toda una vida, corrió a su encuentro, jurando que lo cuidaría, que tendrían un jardín, que siempre estarían juntos.

Haciéndole creer que tal vez podrían tratarse de aquellos espíritus, quienes aparentemente habían reencarnado, o eso creyó, ya que aquellos niños tenían los mismos años que habían pasado desde aquella primera gran victoria.

— Tal vez, ese pequeño tigre no habla con nadie, pero con ese medio león, parece que se ha atrevido a pronunciar más de dos palabras, claro que quiere que lo deje en paz, pero… no creo que pase.

Eso lo dijo Cheetara, quien había observado ese extraño intercambio y la subsecuente persecución con interés, puesto que también había notado el parecido con aquellos felinos.

— Por eso los llamamos… creen que sean ellos, que el rugido les haya dado otra oportunidad.

Fin.
Notas del autor:

Muy bien, con esto termina Avaricia y les agradezco mucho a todos aquellos que la leyeron y a todos los que me esperaron a que terminara esta historia de amor entre mis cuatro personajes favoritos de Thundercats.

Esto también es un regalo de año nuevo, que espero les guste y lo disfruten tanto como yo lo disfrute al escribirlo.

Por favor, si quieren contactarme mi Facebook es Labrujamala Seiken, en esa pagina responderé cualquiera de sus dudas o sugerencias.

Muy bien, con esto termina Avaricia y les agradezco mucho a todos aquellos que la leyeron y a todos los que me esperaron a que terminara esta historia de amor entre mis cuatro personajes favoritos de Thundercats.

 

Esto también es un regalo de año nuevo, que espero les guste y lo disfruten tanto como yo lo disfrute al escribirlo.

 

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stephannightray's avatar
oh, dios:happybounce: :happybounce: :happybounce: :happybounce: :happybounce: !!!!! Muchas, muchas gracias por haber terminado tu historia, hacía un rato que no me pasaba por acá y hoy vine a checar wow apareció esto. De verdad muchas gracias. Y bueno, aún no lo leo pero sé que será fantástico como todo tu trabajo I think I've fainted. ; me lo leo en seguida y debo agregar que te has ganado una seguidora en facebook ^3^! Ah por cierto, también que sea un buen año para ti n.n