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Encuentros fortuitos 6

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Encuentros fortuitos

Capitulo 6.

Tygus se sentía humillado, aun así acepto la ayuda que se le ofrecía, en esta ocasión Lord Mum-Ra había sido innecesariamente cruel y no creía poder llegar a su habitación por sí solo.

Cuando por fin se abrió la puerta de su cuarto Bengalí le ayudo a ingresar a él, quedándose el tiempo suficiente para que Tygus pudiera acicalarse, poco después salió para ver complacido una mirada de color azul que parecía sorprendida mirarles desde el otro lado del pasillo.

Bengalí lo saludo con respeto fingido, para poco después regresar a su puesto, riéndose de la expresión del león que aun seguía creyendo que podía hacer lo que le viniera en gana.  

Pero que esperaba pronto recibiera su merecido.

Leo medito si debía ver a Tygus o continuar con sus obligaciones, su habitación estaba a unos pasos y sin embargo, decidió por lo segundo, Bengalí los estaba observando, parecía espiarlos.

El comandante dio la media vuelta para dirigirse a la sala del trono, esperando no llamar la atención porque no existía ningún motivo para transitar esos pasillos, sus habitaciones estaban en sectores diferentes.

No paso mucho tiempo antes de que Tygus fuera mandado llamar personalmente a la sala del trono, al verlo Leo se dio cuenta que parecía estar cansado a pesar de no haber recibido ninguna misión en los últimos dos días, no que él estuviera enterado.

— Te ves cansado…

Tygus sonrió por algunos segundos para después buscar a su señor con la mirada, aguzando su vista a pesar del implante en su ojo derecho que tenía visión nocturna, Mum-Ra aun no se encontraba presente por lo que colocando sus brazos detrás de la espalda con una expresión tranquila permaneció a su lado.

— He tenido días mejores, comandante…

Leo estaba a punto de quejarse al ser llamado comandante y no por su nombre, sin embargo al escuchar los pasos de Lord Mum-Ra acercarse a ellos trato de ocultar su placer al estar en compañía de Tygus después de un largo mes sin verle.

Lord Mum-Ra bajo las escaleras con calma, al principio lo único que podía vislumbrarse eran sus ojos rojos, pero con cada paso que se acercaba su cuerpo era revelado, haciéndolo parecerse a un titán de ojos rojos que parecían leer tus pensamientos.

Hasta que se detuvo enfrente de los dos felinos, sus ojos rojos posados en ambos, Leo sintió de pronto como si hubieran pisado su tumba, Tygus no mostro ninguna clase de sentimiento aunque también estaba preocupado.

— Selecciona dos soldados Tygus, quiero que realices un trabajo especial para mí.

Tygus asintió, sabía exactamente que soldados elegiría para que le acompañaran, Leo parecía tenso por alguna razón, probablemente ya tenía una idea de a donde serían mandados.

— Leo ira con ustedes Capitán, el Comandante debe extrañar el trabajo de campo.

Tygus parecía genuinamente sorprendido al escuchar esa orden, tanto como Leo, quien sabía que el planeta que estaban a punto de visitar era un lugar inhóspito, a donde pensaba enviar un escuadrón completo, no cuatro felinos que por muy hábiles que fueran no estarían preparados para enfrentarse a los elementos que parecían estar en guerra.

— Sí Lord Mum-Ra… — pronuncio el león con paciencia.

Tygus inmediatamente reacciono como Mum-Ra esperaba que lo hiciera, apretando los dientes, gruñendo por los bajo y frunciendo el seño.

Leo noto no por primera vez que la momia se divertía con el comportamiento huraño que Tygus tenía contra su persona, el que ahora sabía era solo una actuación, los labios de color azul se curvaron con burla.

— ¿Tienes algún problema Capitán?

Tygus pensó en una respuesta que fuera convincente, no podía permitir que Lord Mum-Ra pensara que se preocupaba por la seguridad de su comandante, sino que estaba seguro de su inexperiencia.

— Con todo respeto mi Señor… la inexperiencia del comandante lograra que nos maten.

Lord Mum-Ra espero escuchar su respuesta, Leo inmediatamente mirándolo con cierta condescendencia y demasiado enojo reprimido tuvo que defender su puesto, era el comandante, debía hacerse respetar por sus soldados, aunque este no sintiera sus palabras y solo estuviera engañando a la momia.

— Yo soy el comandante Tygus, y a menos que dudes de las decisiones que Lord Mum-Ra toma, eso me convierte en un mejor guerrero.

Tygus volvió a gruñir, esta vez enfocando su mirada en el joven comandante, utilizando toda su estatura para intimidarlo, con un felino menos valiente aquella actuación sería suficiente, pero con Leo no lo fue.

— ¿Un mejor guerrero? Eso sólo te convierte en un burócrata.

Leo sonrió al escuchar esa respuesta, no se dejaría intimidar por el tigre de mayor tamaño, no podía verse débil frente a Mum-Ra, quien seguía observando su discusión entretenido.

— No importa cómo me llames, yo soy tu superior jerárquico y tendrás que obedecer mis órdenes en esta misión…después de todo sólo fuiste hecho para obedecer.  — finalizo Leo, viendo como Tygus parecía estar a punto de atacarlo.

Tygus apretó los puños a su costado, por un momento parecía que estaba a punto de intentar golpear su rostro, sin embargo, mordiéndose los labios con fuerza, logro tranquilizarse.

— Muy bien comandante… — pronuncio Tygus, casi convenciendo a Leo de sus palabras. — Solo espero que no logre que nos maten, aunque le advierto que si alguno de mis soldados pierde la vida por un error suyo usted está solo… a menos que Lord Mum-Ra me lo ordene, yo no soy una niñera.

Mum-Ra levanto la mano señalándoles con ese simple gesto que debían controlar sus ánimos y una vez que obtuvo su atención les indico sus tareas.

— Tygus puedes retirarte.

Tygus inclino su cabeza y se marcho hecho una furia, dejando solo a Leo, quien comenzaba a preguntarse cuál era la razón por la que Lord Mum-Ra mostraba agrado al verlos discutir, como era que le permitía a su capitán ser irrespetuoso con él cuando lo castigo de manera severa por afrentas menores.

— Tú has sido el único que ha logrado despertar semejante fuego en el capitán Tygus… ¿Me pregunto por qué?

Leo al escuchar esa pregunta se meso el cabello pensando en una respuesta que vino fácilmente, antes de quebrar la barrera que Tygus se había formado alrededor suyo pensaba que le odiaba.

— Es difícil saberlo… yo diría que le hubiera gustado tener mi puesto.

Lord Mum-Ra medito su respuesta, como si le importara la razón por la cual Tygus fingía desagrado por su persona cuándo le animaba a ello al no reprobar sus acciones, cuando en realidad ni siquiera importaba porque los dos estaban condenados a servirle.

— ¿Qué te hace pensar eso? — Leo no comprendía porque estaban hablando, pero no creía que fuera algo bueno.

— Desde la primera vez que nos vimos note su desagrado…

Leo se cruzo de brazos pensando en que mas podría decirle que fuera creíble, tratando de esconder sus emociones.

— Pensé que tal vez era mi juventud… él es mucho más experimentado que yo, pero no creo que tenga lo que se necesita para ser un comandante…

Mum-Ra comenzó a reírse como si aquella respuesta fuera divertida o ya hubiera pensado en ella, sus ojos rojos parecían complacidos, así como el lenguaje de su cuerpo parecía mucho más relajado.

— Ya veo…  

Leo no pensó mucho aquella respuesta, era fácil de responder puesto que era sincera.

— Es un buen elemento, uno de los mejores, Lord Mum-Ra, pero sería mucho mejor si no cuestionara mis órdenes. — le explico a Mum-Ra, quien parecía genuinamente interesado.

— Sin embargo su estricto sentido del honor y su constante preocupación por sus hombres evitaran que tome las decisiones correctas.

Esas eran las palabras que había escuchado pronunciar al viejo comandante más de una vez, sabía que Mum-Ra simpatizaría con su forma de pensar, puesto que la criatura de color azul no creía que las vidas de los habitantes de esa nave merecieran cualquier clase de consideración.

— Para eso necesitamos de un felino que comprenda la necesidad de los sacrificios necesarios y que no se atreva a cuestionar sus órdenes.

--- Tienes razón... por supuesto. — Su respuesta parecía complacer a la vieja momia quien rasco la barbilla.

— Tygus es un gran elemento, pero yo soy mejor. — Finalizo mostrando seguridad.

— Podría ser un magnifico comandante, claro… si algo llegara a pasarte Leo.

Leo pensó por algunos instantes que Mum-Ra le estaba amenazando, pero negando aquella noción comenzó a preguntarse porque sí Tygus era tan apreciado por la momia no recibió el puesto que creía merecer.

— Tygus no es tan avaricioso. — Tal vez lo estaba defendiendo, pero no creía que él fuera capaz de asesinar a otro por su posición.

— ¿Tu lo eres Leo? — Pregunto la momia, cruzando sus brazos delante de su pecho.

— Soy el comandante de su ejército. — Esperaba que aquella respuesta fuera suficiente.

Mum-Ra sonrió complacido, parecía compartir esa opinión, cualquiera que fuera el comandante en su nave ancestral debía ser lo suficiente fuerte y ambicioso para librar cualquier obstáculo que se pusiera en su camino.

— Tygus tiene un destino mucho mayor que solo ser un comandante. — Pronuncio repentinamente la momia, como si estuviera decidiendo que destino sería ese.

La respuesta de Mum-Ra no fue la que habría esperado y lo dejo con un mal presentimiento, aun así tenía que organizar la misión encomendada, la cual era rastrear información que pudiera conducirles a la piedra de guerra en un planeta cercano.

Aquella le daba la oportunidad perfecta para visitar a Tygus una vez que tuviera la información adecuada.

Tygus decidió esperar por Leo fuera de la cámara de Mum-Ra, para no ser descubierto utilizo su camuflaje en cuanto pudo salir de la omnipresente mirada de las cámaras de seguridad.

Estaba preocupado, no porque pensara que Leo era un soldado incompetente, sino por la repentina decisión de alejar al comandante de su puesto, la mera idea era ridícula, a menos que aquello fuera una táctica para que su flamante superior sufriera alguna clase de accidente.

Sin embargo, la mente de Mum-Ra no trabajaba de esa forma, o le servías a sus propósitos o eras asesinado, no mantenía consigo juguetes que ya no le divirtieran más.

Tygus tuvo que esperar demasiado tiempo antes de que Leo pudiera salir de su habitación, al verle sonrió pensando que no había notado la presencia extra en el pasillo y comenzó a seguirlo.

No podía verlo así que sin duda alguna podría intentar sorprenderlo, sólo para demostrarle como se hacía y para vengarse del susto que le dio en el hangar.

Leo al principio no percibió la presencia que le seguía en el pasillo, lo hizo cuando comenzó a ingresar demasiado profundo en la nave, entre tubos y cables, buscando uno de los lugares seguros, en donde supuestamente tenía que ver a Panthera en algunas horas.

Tygus se relamió los labios notando que Leo se detenía repentinamente revisando su tableta, la que siempre cargaba bajo el brazo, fruncía el seño y después la guardaba dispuesto a regresar por donde había llegado.

Lo que fuera a realizar en ese túnel tendría que esperar y al ver una oportunidad perfecta el tigre se lanzo en su dirección, tratando de inmovilizarlo contra una de las paredes.

Leo al sentir que un par de manos lo sujetaban por la cintura respondió por instinto golpeando el costado de Tygus con su codo, provocando que se quejara al mismo tiempo que perdía la invisibilidad, sin embargo no fue suficiente para que liberara a su comandante.

— ¿En tu tiempo libre vagas en pasillos oscuros Leoncito? — Susurraron en su oído.

— ¿Tygus? — Pregunto, aunque no necesitaba que respondieran su pregunta.

Tygus lo dejo ir con una sonrisa en los labios, alejándose lo suficiente para que Leo pudiera verlo, recargándose con los brazos cruzados en uno de los tubos que recorrían los pasillos de la nave.

— ¿Esperabas a alguien más?

Leo esperaba poder ver a Panthera en esos túneles, por fin habían encontrado quienes podrían forjar la espada que portaría la piedra de guerra, no obstante la jefa de seguridad no podría asistir a su encuentro debido nuevamente a un motín en la nave.

Dejándolo a solas en compañía de su dulce tigre, quien parecía estar planeando algo extremadamente divertido por el brillo en su mirada. — No.

— Así que… Tenemos tiempo para nosotros. — Susurraron a su oído, besando su cuello al mismo tiempo que una mano se posaba en su entrepierna.

— ¿Qué planeas hacer? — Pregunto gimiendo cuando la presión se volvió mayor. — Tygus…

Los labios de Tygus se posaron en los de Leo, al mismo tiempo que buscaba los seguros para desabrochar cada uno de los sellos de su armadura, los cuales ya comenzaba a conocer muy bien.

— Ya verás. — respondió bajando el cierre de su uniforme.

Al mismo tiempo comenzaba a hincarse frente a él con una sonrisa en los labios, la lujuria brillaba en sus ojos que brillaban en la oscuridad, Leo trago saliva creyendo comprender a donde iba el tigre.

Tygus introdujo su mano en su uniforme, acariciando su sexo con delicadeza, ronroneando sensualmente, mirándole a los ojos con una expresión que lo decía todo.

Sus dedos largos rodearon su sexo provocando que Leo gimiera, recargándose ahora él en la pared cercana.

— La otra noche me detuve a la mitad.

Leo trago un poco de saliva, pensando que Tygus era toda una sorprendente caja de sorpresas y que deseaba encontrar cada una de ellas.

— No, no importa.

Tygus muy lentamente libero su erección de su uniforme, restregando su mejilla primero contra este para después besar la punta con sus labios.

— Sí importa, me porte de una manera indigna, demasiado débil pero ahora te compensare.

Leo estaba a punto de contradecirlo, no veía nada mal en que un felino mostrara sus sentimientos.

Tygus inmediatamente comenzó a lamerlo a lo largo, su lengua húmeda recorriendo su piel sensible, recargando con delicadeza la punta de sus dientes de vez en cuando, aumentando su placer.

Una de sus manos se recargo de su cadera al mismo tiempo que con la otra comenzaba a masajear sus testículos, introduciendo su mano dentro de su uniforme.

Leo cerró los ojos y recargo su cabeza contra la pared, permitiendo que las sensaciones que le provocaba su amante fueran lo único de lo que estaba consciente, escuchando su ronroneo, uno fuerte.

Tygus rodeo el sexo de Leo con su boca, relajando su garganta para permitirle llegar mucho más profundo, succionando su sexo con fuerza, aumentando el vaivén de su cabeza y el volumen de su ronroneo.

El tiempo paso con ese delicioso ritmo, Tygus dándole placer con su boca, Leo gimiendo con los ojos cerrados, entregándose al placer que su amante le entregaba hasta que sintió que estaba a punto de tener un orgasmo, iba a eyacular en la boca del tigre.

Leo abriendo los ojos trato de separarse, pero Tygus abandono sus testículos y lo mantuvo en su lugar con ambas manos en sus caderas, tragando todo el líquido blancuzco, como si este fuera leche.

Tygus se relamió los labios de los cuales goteaba un poco de semen caliente sonriendo al ver su expresión casi nublada, viendo como Leo se resbalaba aun recargado en la pared hasta que se sentaba a su nivel.

Tygus volvió a relamerse los labios, controlando su ronroneo, para después recargarse sobre Leo quien aun tenía el uniforme abierto dejando al descubierto su hombría y su pecho, su comandante respiraba hondo, su cabello rojo se pegaba a su cuello por culpa del sudor que recorría con pequeñas gotitas su pelaje.

— Te extrañe. — Pronuncio restregando su rostro contra su cuello.

Leo rodeo al tigre con sus brazos, el también lo extrañaba a pesar de haber pasado poco tiempo sin verse, sintiendo que Tygus se acomodaba sobre su pecho con sus ojos cerrados y una expresión de tranquilidad en su rostro.

— Perdona que haya estado ocupado, a veces Mum-Ra es demasiado exigente. — Declaro Leo recargando su barbilla en la cabeza de Tygus.

— Se a que te refieres, no eres el único que sirve a Mum-Ra. — Fue la respuesta del tigre aun recargado en su pecho.

Quien mordisqueo su oreja, lamiendo el pómulo y recorriendo la parte sensible de su cuello donde encajo los dientes con delicadeza, a diferencia de Leo parecía que no deseaba dejarle marca alguna.

Una de sus manos volvió a posarse sobre su miembro, recorriéndolo con las yemas de sus dedos desde la punta hasta la base que era cubierta por un mechón de color rojo, enredando un poco de este en sus dedos índice y corazón.

— Pero ahora que tenemos un poco de tiempo para nosotros, no quería desperdiciarlo. — Finalizo subiendo el cierre de su uniforme con delicadeza.

Leo tomó la mano de Tygus entre las suyas y las llevo a su boca, chupándolas, podía sentir la esencia salada de su propia semilla en sus dedos delgados.

— Me gustan tus manos.

Tygus no les veía nada especial a sus manos, pero Leo lo hacía y para él era suficiente, el león continúo besando sus manos, restregando la punta de su nariz contra su palma, la que llevo a su mejilla.

— Me gustan tus rayas.

Poco después recorrió las rayas de la cabeza del tigre, pasando sus dedos por su cabello, así como en la melena que cubría parte de sus mejillas, su pelaje era demasiado suave al tacto.

— Me gusta tu melena.

Tygus trago un poco de saliva cuando Leo coloco sus manos en sus mejillas, acercando su rostro al suyo.

— Me gustan tus labios.

Este joven león lo trataba con tanta delicadeza pensó antes de sentir los labios de su amante sobre los suyos, cerrando los ojos y abriendo ligeramente la boca para que su lengua pudiera entrar en ella.

Leo utilizo la oportunidad que le daba e introdujo su lengua en el interior de su boca, Tygus respondió llevando sus manos a su cabeza, recorriendo su melena rojiza con sus dedos, pensando en lo sedoso que era su cabello y en lo mucho que le gustaba.

El comandante separo sus labios de los suyos, besando un caminito en dirección de su cuello, justo donde había estado una marca de sus dientes la primera vez que pudo poseer a su tigre, notando por primera vez un hematoma rodeando su cuello.

Era sin dudarlo las marcas de una mano y solo había una criatura que podría dejar una huella como esa en el cuello del Capitán.

— ¿Qué es esto? — Pregunto recorriendo el cuello de Tygus con las puntas de sus dedos.

El capitán se encogió de hombros como si eso no importara, sabía de que le hablaba Leo, era un moretón que la mano de Lord Mum-Ra le había dejado alrededor de su cuello, provocada por alguna razón que sólo tenía sentido en la mente de su Señor.

— He estado muy distraído…

Aquella era una respuesta suficiente para Tygus, para Leo habría un mar de preguntas por que no entendía como una mera distracción de su capitán pudo ocasionar un castigo como ese, así como el que sufrió al poner su vida en peligro durante el motín.

Pero antes de que pudiera realizar cualquier otra pregunta Tygus lo beso en los labios, al mismo tiempo que se separaba de su cuerpo, aparentemente ya tenía que marcharse.

— Tengo que verme con Bengalí en unos quince minutos. — Le informo Tygus levantándose, acomodando su uniforme.

Leo le observo aun en el suelo, no creía que Tygus tuviera que verse con ese tigre blanco sino que en realidad estaba rehuyendo las preguntas que sabía le seguirían a su respuesta.

— Sabes que puedes confiar en mí. — Sintió la necesidad de decirle.

— Confió en ti. — Tygus le sonrió antes de marcharse.

Leo permaneció en ese lugar durante varios minutos, preguntándose a que se debía aquella repentina evasión, porque era eso lo que su tigre había hecho, huir antes de que su propio lenguaje corporal lo traicionara.

Comenzaba a creer que Tygus le estaba ocultando algo y por vez primera su ruego por mantener su relación oculta comenzó a preocuparle.

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Leo despertó en una colchoneta con los maravillosos recuerdos de lo que habían hecho hacia unas horas frescos en su mente, Tygus aun seguía dormido a su lado, su expresión era pacifica y le restaba varios años.

Le recordaba al muchacho que salvo su vida durante un motín, el que era mucho más abierto, con una sonrisa satisfecha en sus labios y un brillo de esperanza en sus ojos, sí los comparara diría que este tigre ya no era la misma persona, eran como el día y la noche.

Tan diferentes que Leo se pregunto que había pasado Tygus para que hubiera un cambio tan rotundo en su personalidad, no necesitaba pensar demasiado la pregunta, aquello era el servicio bajo el régimen de Mum-Ra.

Leo acaricio la mejilla de Tygus con delicadeza, no quería despertarlo, pensando qué pensaría el capitán del cambio que había ocurrido en él, ya no era un niño como el que salvó en esos pasillos oscuros, ahora era un guerrero cuyo rango era superior.

— ¿Volveremos a vernos?

Leo dio un brinco al escuchar esa pregunta, los ojos de Tygus se abrieron, sus pupilas acostumbrándose a la oscuridad al mismo tiempo que sus facciones se endurecían un poco.

— A mi me gustaría. — Respondió esperanzado.

Tygus se sentó dándole la espalda, parecía pensar sus opciones y por un momento creyó que le diría que esa sería la última vez que se verían, que sus dagas eran un regalo de despedida tanto como de agradecimiento.

— Tengo una condición sí es que vamos a seguir viéndonos.

— Lo que tú desees. — Leo respondió sin siquiera pensarlo, entusiasmado con la idea de que Tygus lo aceptara como amante.

Tygus seguía sin verlo, su cuerpo estaba tenso, parecía preocupado por algo que no comprendía, probablemente su reputación o la pérdida de su libertad, pero no debía preocuparse por eso, él no era esa clase de felino.

— Sí vamos a seguir con esto nadie puede saberlo, ni siquiera sospecharlo.

— Sí eso es lo que tú quieres. — Acepto a pesar de no gustarle la idea de ocultarse en las sombras, no estaban haciendo nada inmoral.

— No Leo, necesito que me jures que nadie sabrá nada de nosotros, ni siquiera podrán sospechar que nuestra relación ha cambiado, no le dirás a nadie, no nos veremos en público, no nos demostraremos afecto, ni siquiera podremos tener una amistad fuera de estos encuentros. — Insistió Tygus cambiando un poco su postura para poder ver sus ojos.

Leo asintió un poco abatido con la idea de ocultar su futura relación, creyendo que Tygus podría avergonzarse de salir con alguien más joven o en apariencia más débil, tampoco estaba del todo seguro de las razones tras esa condición, tal vez sí el capitán se lo explicaba podría ser mucho más sencillo.

— ¿Por qué? — Pregunto sin darse cuenta, sabía que su apariencia era miserable y aun así no le importaba. — No veo que hay de malo en esto.

Supuso que en ese momento Tygus lo abandonaría, después de todo no parecía aceptar su única condición, sin embargo acariciando su mejilla el capitán de las fuerzas especiales de Lord Mum-Ra, un escuadrón recién formado, llamó su atención.

— Sí Lord Mum-Ra lo sabe no le gustara y estaremos en peligro. — Respondió Tygus antes de besar sus labios. — Pensara que nuestra lealtad está comprometida de alguna manera y seremos asesinados.

— Eso es absurdo. — Se quejo amargamente.

Tygus separo su mirada de la suya y comenzó a buscar su ropa, dejando que Leo hiciera lo mismo, no sabía cuánto tiempo habían desaparecido pero debía ser demasiado, tanto como para que algunas personas empezaran a hacer preguntas.

Leo vio como Tygus se vestía con calma, todo ese tiempo no se atrevió a mirarle y parecía repentinamente desanimado, pero aquella condición era demasiado extraña, el no deseaba tener esa clase de relación oculta, lo hacía sentir como si estuvieran haciendo algo malo.

Leo sólo se puso los pantalones y las botas, la mitad de su overol colgaba de sus caderas, Tygus ya había terminado de vestirse, había sacudido el polvo de su ropa y en ese momento revisaba con preocupación la mordida de su cuello tocándola con sus dedos.

— Dime que esto no es un juego.

Tygus parecía insultado de momento, llevo su mano a su cuello en donde estaba la marca de su mordida y se acerco a él a pasos largos, deteniéndose a pocos centímetros de su cuerpo, su pupila parecían una pequeña línea, sus dientes estaban ligeramente apretados y sus labios entre abiertos le daban una apariencia salvaje.

— No lo es.

Leo se relamió los labios, podía oler el aroma de Tygus a esa altura y sí se concentraba un poco el suyo también, sólo con cerrar los ojos podía ver como se mezclaban sus esencias, como él se combinaba con ese dulce aroma como de maderas preciosas, tal vez el capitán podía creer que con sólo negar que se conocían podía negar su conexión, pero cualquiera podría descubrirlos de tan solo buscar las señales correctas.

— Entonces acepto, Tygus, te juro que nadie sabrá que estamos juntos si a cambio tú me prometes entregarte a mí durante el tiempo que estemos juntos. — Tygus no era el único que podía poner condiciones.

Tygus jadeo al escuchar su condición, desvió la mirada y pareció pensar su respuesta durante algunos minutos, aun con su mano en su cuello, podía ver que tan indeciso estaba, entre aceptar su condición o rechazarla.

— ¿Pensé que tu no querías poseerme? — Pregunto separando su mano de su cuello, en las yemas de sus dedos había unas gotitas de sangre. — ¿Tan rápido cambiaste de idea?

Leo llevo sus manos al cuello del uniforme de Tygus y lo abrió un poco, exhibiendo la mordida, de la cual resbalaban unas gotitas que limpio con su dedo pulgar, llevándolo a su boca.

— Ya te lo dije, quiero dejar mi marca en ti. — Leo quería que todos supieran que este magnífico tigre le pertenecía, que ambos estaban juntos y que no podrían separarlos aunque lo intentaran. — Quiero que todos sepan que me perteneces… que tú eres mío y que yo soy tuyo.

Tygus sonrió al principio para después reírse en voz alta, Leo no entendía que era tan gracioso, nunca antes había deseado a alguien como deseaba al capitán y parecía que le divertía.

— Pero nadie puede saberlo. — Repentinamente rodeo su cuello con sus brazos. — Confía en mí, tengo mis razones.

Leo asintió, prefería tener a Tygus en sus brazos que no hacerlo, cuando Mum-Ra fuera derrocado ya no tendría porque esconderse, mientras tanto él cumpliría su parte del trato, no dejaría que nadie supiera que estaban juntos, no se lo diría a nadie y se esforzaría en limpiar su rastro.

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Tygus debía tener sus razones para ocultar su relación, unas que no le decía y que probablemente no comprendería, Panthera le diría que se trataba de la lealtad hacia Lord Mum-Ra.

Lo único que le daba cierta tranquilidad era que la única que sospechaba acerca de su relación era Panthera, ni Tykus ni los demás lo sabían, y ella sólo sospechaba que le deseaba aun desconocía que compartían el lecho.

Aunque su mirada de reproche cuando vio su preocupación por la vida de Tygus hacia poco tiempo era toda la prueba que necesitaba para corroborar sus sospechas e intento disuadirlo de desear a su capitán, pero no importaban sus palabras, él sabía que su tigre era una buena persona.

Panthera sabía que lo deseaba y conocía al capitán Tygus por su reputación, la cual no era de las mejores para los rebeldes, era lo que muchos dirían un soldado leal, la antítesis de lo que ellos necesitaban a pesar de ser un guerrero casi perfecto.

La misma resistencia intento realizar un atentado contra su vida, casi logra tener resultado, sin embargo lo que no contaron fue con la debilidad del suelo que pisaban, el cual en el momento de la explosión se desplomo, al igual que las paredes, dejándolos atrapados en unos pasillos que ya no eran utilizados.

Torr fue quien actuó sin decirle nada y por poco logro su objetivo, lo único que lo evito fue que se dio cuenta de su existencia unos segundos antes de que estallara y logro alejar a Tygus de ella.

Aunque de cierta forma debía agradecerle a Torr su acto completamente irresponsable e innecesario, de lo contrario jamás podría haber roto la barrera que Tygus se creó a su alrededor y seguiría pensando que lo odiaba.

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Como le había mencionado a Leo, Tygus tenía una reunión con Bengalí y Torr a la cual llegaría tarde, pero esta reunión a diferencia de lo que le hizo creer al comandante no estaba relacionada con su trabajo ni con sus deberes.

Era la clase de reunión que tres amigos tienen cuando están en descanso, tenían comida, bebida y una mesa cuadrada con cuatro sillas, dos de ellas estaban ocupadas, en el centro de la mesa había un tablero cuadriculado con 32 piezas holográficas, la mitad blanca y la otra negra.

A diferencia de muchos felinos de rangos inferiores ellos al ser soldados de campo y gozar de rangos superiores tenían ciertas ventajas, comida fresca, juegos y a veces descanso.

Al entrar Torr parecía estar acorralado, su reina había sido tomada y su rey estaba a punto de morir, solo era cuestión de uno o dos movimientos, Bengalí tenía la mayor parte de sus piezas, su reina se erguía imponente y estaba a punto de finalizar con la vida del rey contrario.

— Bengalí me está dando una paliza. — Pronuncio Torr casi haciendo un puchero.

Tygus se sentó a su lado, se rasco la barbilla y después colocando una mano en su hombro parecía que estaba a punto de reconfortarlo.

— No, Torr, Bengalí te dio una paliza. — Le informo antes de reírse de la expresión de derrota de Torr y la de victoria de Bengalí.

— No veo que tiene de divertido este juego, Tygus, francamente prefiero los juegos de cartas. — Fue su respuesta antes de ver como la reina contraria destruía a su rey.

— El problema es que no tienes paciencia y sí la tuvieras, por lo menos un poco, tendrías una ligera oportunidad de derrotar a Bengalí. — Le comento sirviéndose un poco de la bebida alcohólica que habían guardado para esa ocasión.

— No le des esperanza Tygus, eso es cruel. — Comento Bengalí tomando un trago de su propia bebida. — Hablando de crueldad… ¿Cuándo vas a dejar de jugar con ese gatito?

— No estoy jugando. — Fue su respuesta tosca, llamando la atención de Torr y Bengalí.

— No arruinen una perfecta noche de descanso. — Les advirtió Torr, reiniciando el juego, ahora era el turno de Tygus.

— ¿Cuánto tiempo crees que dure? — Insistió el tigre blanco al mismo tiempo que Tygus y Torr cambiaban asientos.

— No sé de qué estás hablando Bengalí, ya te lo dije antes. — Tygus movió su primera ficha. — Se cual es mi deber y cuales mis limitaciones.

— ¡Vamos! — Dijo Torr, un ocelote que generalmente trataba de mediar las discusiones entre estos dos tigres testarudos. — No empiecen.

— Yo se que tú estás viendo a ese cachorro, aunque intentes ocultarlo. — Alego Bengalí, moviendo una de sus piezas, ignorando a Torr por completo.

— ¿Por qué no puedo tener esto? — Pregunto Tygus, aunque ya conocía la respuesta.

Bengalí tenía la razón, él estaba actuando como un demente o un suicida, estaba actuando en contra de su entrenamiento y su sentido común, era como sí Leo tuviera control sobre sus acciones.

— Tu sabes porque. — Le respondió Bengalí mirándolo fijamente a los ojos.

No le gustaba tener que ser tan duro con Tygus, pero esta era la primera vez que su amigo perdía la razón de aquella forma y actuaba contra todo sentido de supervivencia, todo por un león de melena bonita, el cual seguramente no sería ajeno a los rumores o sí lo era seguramente cuando obtuviera lo que necesitaba de su amigo lo abandonaría.  

Torr se sirvió otro vaso de licor, recargándose en uno de los brazos de su silla, al mismo tiempo que Tygus se levantaba de la mesa, alejándose algunos pasos, cruzando los brazos frente a su pecho.

— De todas formas. — Continúo diciendo Bengalí, ignorando el juego de momento, observando fijamente la molestia de su capitán, quien parecía comprender cada una de sus advertencias y aun así no le importaba. — ¿Cuánto tiempo crees que pase antes de que él se dé cuenta?

— ¿Por qué no lo dejas en paz Bengalí? — Torr parecía preocupado, creía que tal vez esa sería la primera vez que los dos tigres terminarían peleándose a golpes, todo por una momentánea perdida de cordura de su amigo de mayor rango. — Tygus sabe lo que hace y jamás ha hecho algo que merezca un castigo, no por nada Lord Mum-Ra lo tiene en gran estima.

— Tenemos un trato... — Trato de convencer a Bengalí que sabía lo que hacía sin mucho éxito. — El comandante y yo…

— Nadie sabrá nada. — Finalizo cuando Bengalí solo carraspeo un poco.

Aunque Tygus se preguntaba qué tan cierto era eso sí Bengalí ya lo sabía, aunque siendo uno de sus amigos no le extrañaba en lo absoluto, ellos se conocían desde que eran cachorros, crecieron y entrenaron juntos, era lo más cercano que tenía a un hermano, él y Torr.

— ¿Cuánto tiempo tardara antes de que ese cachorro quiera presumir su victoria? — Pregunto Bengalí, abandonando el juego de ajedrez para servirse otro vaso de licor.

— No lo hará, Leo es diferente.

— Eso piensas ahora. — Bengalí estaba genuinamente preocupado por la seguridad y la falta de sentido común que Tygus estaba mostrando. — Pero cuando ese león obtenga lo que desea de ti te abandonara.
Esto es Slash, es de los Thundercats, quienes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto.
© 2012 - 2024 labrujamala
Comments6
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Ashura-ou's avatar
Oh dios oh dios !!!!
Pero k lindo y abusado es leoooo jijijijijiji muy bien por este León
Pobre Tygus por lo que tiene que pasar y enfrentarse
Torr me pareció encantador me entristece lo que sucederá ToT
MumrA en verdad se impone y hace lo que desea y esa amenaza escondida hacia leo que miedo!!!!!

Excelente CAP y el belowjob :iconomgsocuteplz:

Espero nos encontremos mas al rato!!!